El Maldito Tiempo

El Maldito Tiempo

Como diseñadores nos vemos expuestos a numerables retos, y como en toda labor, uno de nuestros mayores enemigos es el tiempo, desde los trabajos universitarios que nos llevaban a desvelarnos durante horas, hasta los primeros empleos donde casi todo debía estar listo en poco tiempo.

Algunas veces me sentí como un malabarista, que en cada mano tenía un plato al que iban colocando más y más cosas, y al final llegaba a un punto en que la pila de elementos era gigante, por lo que se hacía difícil mantener un ritmo, en otras ocasiones me sentí como el salvador de un partido de baloncesto, que en las últimas milésimas de segundo, logró encestar la canasta de tres puntos para que su equipo sacara una victoria.

Y es que como creativo la situación es algo distinta, es cierto que la presión existe porque el desempeño se mide de acuerdo a las respuestas de innovación, y en cierta etapas de la vida uno se vuelve algo: “conformista”, y no lo digo en un sentido negativo sino más bien lo explicaré con un ejemplo que me dijo una amiga psicóloga, sobre la naturaleza del hombre: “la mayoría de gente busca esa comodidad, desde la ruta que toma para ir al trabajo, hasta la manera en que recorre el supermercado, cuando pasan algunos meses, uno se encuentra haciendo lo mismo, y es algo casi involuntario, porque al fin de cuentas buscamos la comodidad”.

Por otro lado tenemos a la sociedad que nos exige ser más productivos cada día. Lo cual también es bueno porque tratamos de ampliar nuestro conocimiento, pero a la vez queremos trabajar con más inteligencia. Ansiamos la eficiencia. Y hay que saber manejar los tiempos, sino el grado de estrés puede ser demasiado, desgraciadamente los que trabajan en agencia a veces reciben la idea creativa, faltando tan sólo treinta minutos para salir, y no es de extrañarse que sea un trabajo que haya que entregar al siguiente día.

Es por eso que una de las virtudes más importante es la productividad, y miente todo aquél diseñador que te diga que nunca sufrió un ataque de pánico, por tratar de realizar una pieza en muy pocas horas. Por otro lado no es caso perdido si eres un poco lento para desarrollar ideas, hay técnicas que ayudan a mejorar esa añorada virtud.

En los últimos años, he observado todo tipo de métodos para la productividad. Todo parece estar basado en las “cosas más simples”, por ejemplo en los lugares que trabaje conocí varia gente y los más destacados siempre llegaban a la oficina y veían diversas páginas para generar más creatividad, por ejemplo: thebestdesigns.com adsoftheworld.com adlatina.com, en fin un sin número de fuentes. Y es que aunque parezca algo insignificante esas rutinas diarias son las que realmente terminan siendo generadoras de contenido creativo.

Sí, la monotonía y la rutina pueden ser realmente agotadoras. Pero la gente pro-activa transforma ese obstáculo en un pasatiempo, y entusiasman a los demás a la hora de realizar cada tarea. Porque tener esa sed de aprendizaje ayuda a resolver más fácil la famosa “página en blanco”, además de entender sobre elementos de moda, de inspiración, de admiración, y podría seguir con más adjetivos. Tener esa rutina de rituales debería de ser obligatorio para cada diseñador. Nos quedamos con una lección importante: es la misma que me dijo una vez una gran amiga: “No te pierdas de las pequeñas alegrías buscando una gran felicidad”, y en diseño lo resumo como: “No pierdas ese conocimiento diario, buscando una respuesta única al proceso creativo”.